dissabte, 25 d’abril del 2015

Lo accesorio, lo tangencial y lo nuclear en un cambio político

Nos encontramos en un momento singular. La incerteza política se vive en un claro-oscuro entre el cómo, el quién y el para qué. Me he visto seducido por este artículo de @lajele y el eletri aka @eleptric por una cuestión que me preocupa últimamente y que no dejo de mostrar en las clases de Ciencia Política que unos desalmados me han confiado. No quiero dar la tabarra a mis follogüers ni a mis esforzados estudiantes, así que he elegido este lugar, casi inhabitado para sacarlo ya: "Sácalo, Carlos, sácalo". Mi modesta aportación se reduce a que no se trata de asaltar las instituciones o averiguar cómo lo hacemos. La pregunta es "para qué?". Me he decidido a ser asertivo y justo en mi propuesta, para rendir homenaje al esfuerzo de muchos que están pensando en cómo encauzar este momento.

Ayer me encontré en una cena que celebramos cada año con unos amigos de la infancia, que nos reunimos cada año en conmemoración de un acto deportivo. Esto no viene a cuento, aunque fuera muy emotivo. Allí me encontré de golpe con un viejo amigo, hoy militar (sólo hay un colectivo que odie más que la policía y es el militar), y me preguntó qué creía sobre el momento político actual. Después de divagar un rato concluí diciendo: "la gente está buscando los espacios intermedios, está desorientada y quiere que este sistema funcione bien, no se arriesgará a un cambio radical, aunque quiere un cambio. He ahí la clave del éxito de Ciudadanos y Podemos".

Desde luego, el post 15-M está resultando embarazoso, alumbró esperanzas pero a veces parecen haberse convertido en meras ilusiones. No sabemos si vamos a parir algo nuevo, pero está claro que no vamos a dar un salto mortal, el personal no está para circos, la prueba de ello es que estamos teniéndolo como para indigestarnos. En la memoria colectiva está muy presente el precio que se acabó pagando por el ansia de algo nuevo que hizo triunfar al nazismo y huye de todo lo que pueda identificar con "extremos". En mi opinión se está buscando un refinamiento de la ética política y no sólo de la estética, se quiere algo más emocionalmente satisfactorio. Las ilusiones políticas están bien pero actualmente nos encontramos en el desierto y los oasis suelen aparecerse en forma de espejismos.

Volvamos al principio de la historia. El cambio que supuso la aparición de Sócrates en su sociedad, algo así como un maestro Yoda gallego-preguntón, fue la búsqueda de la universalidad. Con la instauración de la democracia y el asamblearismo se produjo una burbuja de oradores pijos tipo Albert Rivera que sabían hablar muy bien pero pensaban sólo cuando hablaban. Todas las personas lo hacemos, vamos elaborando nuestro discurso a medida que lo expresamos, con todos sus errores, que iremos advirtiendo más tarde. A ver, pido perdón, lo del falangito va por otro lado, se llama demagogia, pero sus errores de argumentación son frecuentes en toda la población (si queréis un buen compendio, buscad el libro "Las claves de la argumentación", de Anthony Weston, y si le dais a la droga dura, el caballo de la filosofía jurídica, La teoría de la argumentación" de Alexy os dejará como al protagonista de la película "Pi"). El caso es que el salto que dió Sócrates, no fue buscar la Justicia, la Verdad o la Igualdad, sino la Justicia verdadera para todas, la Verdad que haga justicia a todas y a Todas en verdadera justicia. Buscaba un absoluto constantemente, tan etéreo como para no resultar obcecación y tan preciso como fuera necesario para dar respuestas en todo momento a cualquier situación. Después, la universalidad se perdió durante muchos siglos. Las revolucionarias francesas del siglo XVIII se inventaron los derechos universales. La clavaron. Las revolucionarias francesas del siglo XX se inventaron la insurrección permanente. La clavaron. ¿Qué vamos a inventar nosotras? Esa es mi crítica a todas nosotras. ¿Qué le ofrecemos a nuestra audiencia, además de esperanza?

En medio de una gran crisis y la búsqueda de una solución, estamos hablando de cómo comunicar. Y yo me pregunto, ¿no lo tendríamos un poco más claro si supiéramos qué queremos comunicar, qué debemos proponer, qué queremos inventarnos? Con ánimo de proyectar diré: la conquista de la hegemonía de la socialdemocracia en los años 70 sobrevino tras el mayo del 68. Esa peñita lo flipaba con discursos anticarcelarios y muy basculados con la psicología, la sociología, la física y la química; sobre todo la química. El derecho y la política cedieron terreno frente a la medicina, la psicología, la ciencia... Fukushima, el acelerador de hadrones y los Trabajos en Beneficio de la Comunidad, las Medidas de Seguridad o las penas sustitutivas de la prisión; son resultados dispares, pero fruto de un mismo fenómeno. Se dio protagonismo y, lo más importante, confianza, a las nuevas disciplinas y al ejército conformado por los hijos de los obreros que habían pasado por la Universidad donde habían aprendido tenían técnicas y conocimientos útiles para la sociedad, para sacarla del medievo y la farsa de la revolución industrial. Nosotras seguimos generando discurso (y acción) antisexista, antiracista, anticapitalista, etcétera, pero ¿realmente generamos algo que resulte útil al conjunto de la sociedad?. Al menos, ¿somos capaces de preguntárnoslo y responderlo con humiladad?. La respuesta es que sí, aunque nadie se dé cuenta (y casi que mejor). Esta aquiescencia inconsciente se debe al hecho de que el discurso genera compromisos, y eso ya nos gusta menos. Ahí es donde perdemos la universalidad, otra vez, y nos exponemos al mejor orador o retórico que nos masque el discurso y lo convierta en una Ley que, cuando queramos, nos saltaremos a la torera.

La ciencia ha avanzado mucho y, en cambio, a nivel político estamos estancados. Si lo habéis pensado alguna vez o lo habéis oido, poned atención, no es una vía de escape a la distopía fordista. La gente lo cree, está convencida de que estábamos cerca de ir a mejor, y no se resigna a seguir machacando el planeta o a matarnos unas contra otras; otra cosa es asumir el estancamiento como algo propio o ajeno, pues a nadie le interesa saber a qué debemos exponernos, a qué debemos ponerle ganas universalistas. Teníamos el software y nos faltaba el hardware. Yo acostumbraba a decir que antes querían hacer la revolución pero no tenían medios, y nuestra generación tiene medios y se le ha olvidado que siempre hay una revolución pendiente.

Y ahí estamos, el progreso es tangencial para nuestra generación, queremos ir a mejor, aunque sea un poquito; lo nuclear, que es la revolución, le da miedo; y ponemos nuestras esperanzas en lo accesorio -la comunicación.

Me impactó mucho la lectura de Agamben sobre los dispositivos, y lo repito a menudo. El concepto clave es la profanación. Lo sagrado debe asaltarse, empezando por las instituciones y siguiendo por el sistema económico. Sin embargo, me parece más urgente buscar una ética que nos permita no tener que hacerlo o que lo relegue a un segundo plano (limitado a echar a la banda criminal que hoy día ocupa las instituciones). Me explico. El compromiso individual con lo colectivo está totalmente descuidado. Nadie es capaz de decirnos que para ser totalmente libres debemos ser totalmente responsables, es un discurso que se advierte poco amable. Es necesario, sin embargo, y urgente.

Para mí la palabra "autogestión" define con pulcritud el cambio en lo económico y lo político al que deberíamos estar aspirando, pero hay que explicarla y convertirla en un presupuesto del quehacer cotidiano. Dejar de echar la culpa a los malos malísimos que, por su puesto, juzgaremos y condenaremos a hacer Trabajos en Beneficio de la Comunidad.

Transmitir eso no se hace con una campaña de comunicación, con un "entre totes", se necesita un fondo filosófico con el que impregnar las dudas ajenas, y empezar a molestar a la gente para darle el presupuesto de lo que va a costar llegar a buen puerto. No hablo de impuestos, sino de esfuerzos que, colectivamente e individualmente, vamos a tener que asumir. Que vamos a emprender una guerra contra nosotras mismas, y que la vamos a ganar, porque la alternativa es la autodesintegración. Y lo más importante, decir que otras lo intentaron y se equivocaron, y que estamos dispuestas a equivocarnos, aunque en otros errores. Tenemos que darle vida a la calle y darnos un propósito que no necesariamente pase por la urna. La gente que nos quiere llevar a las urnas lleva toda la vida haciendo esto que os digo, pero llegaron tan agotadas al 15-M, ya quiere otra cosa, otra velocidad, trascender a la facticidad, alcanzar el poder para llevar todas esas palabras, que nuestro entorno nos aplaude ecuánime y unánimemente, a la realidad, con gestión y todas esas cosas burocráticas. Eso se puede hacer; el problema es que si nadie lo asume como propio ni nos jalona continuamente, caduca. Los griegos se han seguido manifestando después de las elecciones, continuamente. Es sintomático, nos está diciendo algo, tan borroso como trascendenta. La utopía no caduca, a la utopía se la riega cada día o se aleja. Pero hay que ir a buscar el agua al río, mojarse y volver caminando sin derramar el agua. La ética es un valor extremo, hay que ser talibán si se la ama.
Menuda mierda de post.

divendres, 23 de gener del 2015

El desencís de la Blava, en Fred i el senyor Precís



Una tarda d'estiu ben corrent corria per les corredisses del parc un petit corrent rondinaire. Al seu esguard, la Blava corria darrera d'un ocell cantaire, enterbolida en el seu pensament per la sensació que res no podia sortir malament, que tot era perfecte, que el moment, més que perfecte, era absolut. De sobte va topar amb en Fred, al temps que queia a terra en l'esforç definitiu i probablement exitós, d'enxampar l'animaló. Tot d'una, per sobre del seu cap, la Blava va advertir l'esquinçada d'un raig de sol, que s'escolava entre els cabells tremolosos de la riallada d'un noi que, a més de ser-ho, és deia Fred. El corpulent sac d'astúcia, tot aprofitant el neguit de la criatura voladora, va aconseguir enxampar-la i, sense negociar paraula ni miraments, va fer mitja volta i va marxar sense dir ni tan sols adéu, amb el premi aconseguit de l'esforç aliè.

Ai, pobre Blava! Ella i el seu idealisme, que només volien acaronar l'ocellet i ensenyar-lo a sentir la escalfor humana per un sol segon, un segon de res! Mentre el perseguia, el seu somriure anunciava alegrement que un cop agafés la pressa se'n atiparia fins a l'infinit de veure-la marxar volant un sol cop, amb l'esperança que tornés o, si més no, que en endavant tindria una nova amistat amb qui compartir les mores que, com la rosa, són l'ofrena miraculosa d'un matoll a primera vista ofensiu.

Quina traïdoria la del bon observador! I és que, en bona coincidència d'intencions respecte de l'acció d'en Fred, a la vora de l'indret on s'havia precipitat la Blava, hi havia el senyor Precís. Amb la perfecció d'un erudit va dirigir-se a ella i li va parlar dels fets. Un per un, va detallar tota la seqüència, posant l'accent i l'èmfasi en els errors de la Blava i els encerts d'en Fred. Escrupolós i ben encertat, va analitzar el fet i, sense demanar el vist-i-plau a ningú, es va erigir en l'autoritat denunciant i arquitecte de la resposta.

És clar, la Blava era víctima de la ràbia i es consumia en desitjos de venjança. Tant era si l'ocell volia ser lliure, si el pla del senyor Precís estava ben adreçat a l'objectiu que havien acordat sense tractes de paraula o, en qualsevol cas, si aquella era una guerra que calia encetar i guanyar. Conquerir! Llibertat! Pau! Victòria! Tot! Tot! Tot!

Semblava prou clar que els fets que esdevindrien a continuació serien els següents: 1) el senyor Precís alliçonaria la Blava a fi i efecte de traçar l'estratègia necessària per recuperar l'ocell, 2) La Blava, amb l'ajuda del senyor Precís aconseguiria fer-se amb l'ocell i, 3) amb una demostració de força davant d'en Fred, aconseguirien el domini absolut i indiscutible del parc.

“Perfecte, perfecte!!! Això no pot sortir malament”. Estranyada per l'orgull que li pujava de les mans al cap, la Blava començava a neguitejar. Després de la fase de convenciment arribaven els dubtes. Tanmateix, es negava un i altre cop: “No, res no pot sortir malament”. “Una cruïlla letal per les meves esperances de recobrar l'ocell... bé, recobrar... de fet no l'he tingut mai. I per què el vull jo aquest ocell? Estic segur que vol venir amb mi”. La balança havia de caure en funció de la gravetat que dictaria la pròpia autoestima. I la Blava s'estimava tant a si mateixa que ja no ho va dubtar més: “sí, amb mí és com millor pot estar perquè, de fet, jo el deixaré volar tant com vulgui, li donaré aliments i escalfo, si és que així ho vol; no l'obligaré a estar amb mi, tot i que n'estic convençuda que voldrà venir al meu costat cada dia de la seva vida”. En realitat la Blava no sobredimensionava el seu valor; era una nena ben responsable i intel·ligent, afectuosa i sempre tenia bones paraules pels demés sense caure en la feblesa, tothom se l'estimava molt, raó de més per pressuposar que l'ocell voldria quedar-s'hi.

Ves per on, que en arribar a casa d'en Fred van veure l'ocell lliure volant pel menjador de la casa, tot esvalotat. Ben sovint, l'ocell s'adreçava a una gàbia nova i llampant, situada al costat de la taula, en un moble ben cofoi, on gaudia de pinso i aigua. Finestres i portes ben tancades, però. Aquesta nova situació de l'ocell va refermar la Blava en les seves sensacions. L'ocell tenia de tot, però no podia marxar quan volgués, tenia prohibit el passeig voluntari i en cap cas no podia jugar amb d'altres ocells. “Com deu estar patint, el pobre animaló”, pensava la Blava.

I sense esperar un dia més, la Blava i el senyor Precís van establir el pla definitiu per capturar l'ocell. En un primer moment, la proposta del senyor Precís era força captivadora, ja que ho farien tot sense causar cap perjudici, sense complexitat però amb riscos per a ells. Tot i així la Blava li va donar un parell de voltes i va concebre una nova idea, més arriscada per a ells i, a canvi, més simple i realitzable. El senyor Precís s'hi va negar en rodó, i es va negar a col·laborar en cap altre pla que no fos el seu. La Blava, lleial a l'empresa comú, va haver d'accedir i es van posar a treballar.

El dia assenyalat havia estat escollit en funció dels horaris i els moviments propis de la casa d'en Fred, i en arribar l'hora prevista, van procedir a l'acció. El cel estava ennuvolat i a mig camí la blava proposà suspendre'n l'execució. El senyor Precís s'hi va negar, intransigent com s'havia mostrat fins al moment. Un cop a la casa, van esperar el moment oportú i la Blava es va enfilar a l'arbre que la portaria fins al finestró sense tancament de la torreta superior. En aquell moment va començar a ploure i fou aleshores que es va adonar del parany: el risc de l'acció se'l va endur tot ella!

Ara ja no es podia aturar, va agafar l'ocell, que tremolava desesperat, el va ficar en una caixeta i va tornar a pujar a la torreta. Tot seguit deixaria caure la caixa, lligada amb una corda, fins que el senyor Precís la va recollir. La teulada relliscava com si fos gel i, no sense esforç i una bona concentració, la Blava tornà a l'arbre i, en un moment, ja era a terra. La satisfacció d'haver acomplert amb el seu propòsit li va farcir tot el cos. “Quina il·lusió, l'ocell ja és nostre!”, va cridar dins seu.

El senyor Precís havia desaparegut amb l'ocell. La ràbia se li escapava en forma de llàgrimes pels ulls i corria cap a terra, barrejant-se amb la pluja.

Tres dies més tard, el senyor Precís actuava com si fos l'amo del parc, i totes les persones li retien homenatge, en honor a la bellesa del cant de l'ocellet que portava lligat a la mà amb una corda. Tot fou veure-ho i la Blava va apretar les dents en senyal de venjança. Hàbil, es va dirigir a una botiga per comprar unes tisores i va seguir el senyor Precís fins que el va veure prou distret com per tallar la corda i agafar l'ocell. I just en el moment en què tallava la corda i agafava l'ocell va aparèixer en Fred.

Els ulls exaltats del senyor Precís pel robatori que tot seguit va denunciar a gorja oberta, es van obrir encara més quan la Blava va deixar anar l'ocell, després de fer-li un gran petó. Al seu torn, en Fred també els va acusar de robatori. I enmig del bullici que s'havia aplegat en sentir els crits d'uns i altres la Blava va exclamar: “Ni vostre ni meu, aquest ocell serà de qui vulgui ser!”. En Fred s'hi va llençar a sobre, decidit a ofegar-la amb les seves mans, i el senyor Precís el va intentar aturar. Aleshores l'ocellet, que s'ho mirava tot des de la branca d'un arbre, va dir la seva deixant anar una bona tòfona d'excrements, que caigueren en el petit espai que tots tres compartien en la seva disputa. Uns i altres, que pretenien decidir com havia de ser la vida de l'ocellet, van rebre una bona lliçó. I així fou com l'ocell va rubricar el desencís de la Blava, en Fred i el senyor Precís.


Nota: quan els humans ens apleguem segons afinitat política i formem grups grans actuem com la Blava, en Fred i el senyor Precís. Podeu jugar a canviar aquests noms per les etiquetes que emprem (anarquistes, comunistes, nacionalistes, socialistes, marxistes, llibertaris, social-demòcrates, liberals, republicans, ...), tan se val quines escolliu, de ben segur que uns i altres adoptem en algun moment les actituds dels personatges d'aquest conte. És en pensar-hi i en rectificar que confluïm en les grans qüestions ètiques que, des de temps llunyans, anem construint i compartim. Salut!